ARMAMENTISMO Y FRONTERAS, A PROPOSITO DEL CONVENIO SOBRE INSTALACIONES MILITARES EN COLOMBIA
por Ricardo Soberón
Analista, rasg642000@yahoo.com
A pesar que pueda sonar como excusa, la ausencia por más de un semestre de un Secretario de Estado Adjunto llevó a que la política de los EE.UU tuviera posiciones un poco erráticas en el Hemisferio Occidental. Como lo muestran los hechos del golpe de Honduras, la definición de los procesos constituyentes en Bolivia y Ecuador, la propia continuidad de Alvaro Uribe en Colombia, los periódicos discursos de Hugo Chávez contra EE.UU y en el plano global, la creciente participación de China, Rusia y Francia en los gastos para la compra de armas en los países de América Latina.
Todo parece indicar, que en sus primeros meses Obama dejó en "automático" las relaciones con el Hemisferio y ello puede costarle caro, por la pérdida de capacidad para incidir regionalmente. Lula, en cambio procedió inteligentemente a actuar consistentemente en diversos hemisferios multilaterales.
Desde que se produjo el ataque colombiano a territorio ecuatoriano y la muerte de Raúl Reyes, jefe de las FARC, en Angostura (marzo del 2008), la región no había sufrido tal grado de tensionamiento. El viernes 6 de noviembre apareció en la prensa colombiana suscrito el Acuerdo para el uso de hasta siete instalaciones militares, con predominancia en la base aérea de Palanquero, Tolima. Esto tuvo inmediatas repercusiones regionales: UNASUR no habñía puesto en vereda la acción colombiana; el Consejo Sudamericano de Defensa tampoco pudo hacerlo.
En circunstancias que la relación bilateral de Caracas con Bogotá no se encontraba en el mejor canal, se produce la muerte de 8 colombianos en la frontera, aparece el escándalo del espionaje de agentes del DAS, y finalmente el asunto del convenio que abrió camino para respuestas muy duras desde Caracas. Todo este embrollo ha continuado con la protesta de Colombia ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Lo cierto es que en la región se viene viviendo una espiral de tensiones y de gastos en armamentismo, que es evidente y no puede ser ocultado ni por Brasilia, Santiago, Caracas o Bogotá. De ello pretende aprovecharse el régimen de Alan García, en el Perú al lanzar su propuesta en contra de la compra de armas, esto último por consideraciones más de índole bilateral (con Chile).
De forma bastante riesgosa, EE.UU y otros países europeos están contribuyendo a que el "tablero de ajedrez" en la región se vaya delimitando peligrosamente, con lo cual las probabilidades de crisis de frontera aumentan considerablemente. Ni el Plan Colombia, ni la Iniciativa Mérida son buenos espacios para que se definan los objetivos de EE.UU, de los miembros de la región, y particularmente del Brasil como máxima potencia regional.
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