domingo, 11 de abril de 2010

Los alcances del acuerdo de cooperación militar Brasil-Estados Unidos

Los alcances del acuerdo de cooperación militar Brasil-Estados Unidos

Foto: AFP

Encuentro en la Casa Blanca de los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Barack Obama, en el 2009.

Aunque el gobierno de Lula insiste en bajarle el tono, es considerado clave por Washington ¿Despertará tanta hostilidad continental como el de Colombia?


Con una alta dosis de sarcasmo y quizás asumiendo atribuciones que no le correspondían, el ministro de Comercio, Luis Guillermo Plata, dijo lo que muchos estaban pensando: "Ahora que Brasil tiene un acuerdo de defensa con Estados Unidos, me imagino que se cerrará el comercio con Brasil", sostuvo el funcionario colombiano aludiendo al convenio militar entre estos dos países, que se firmará mañana en Washington.

El ministro, por supuesto, se refería a la tormenta diplomática que se desató el año pasado cuando E.U. y Colombia anunciaron un acuerdo similar que provocó reuniones de emergencia de la Unasur, declaraciones agresivas de varios países de la región e, incluso, el congelamiento de las relaciones con Venezuela y la suspensión del intercambio comercial.

Para más ironía, el anuncio del acuerdo E.U.-Brasil coincidió con una nueva reunión de Unasur en Ecuador sobre lucha contra las drogas, pero en la que se esperaba volver a tratar el tema del convenio colombo-estadounidense.

Desde que trascendió, Brasil le ha tratado de bajar el tono indicando que se trata de un acuerdo "muy general" o un "gran paraguas" que busca perfeccionar el diálogo y estrechar los niveles de cooperación.

Tres aspectos que lo diferencian del colombiano

Y, sobre todo, ha hecho énfasis en tres aspectos que lo diferencian del colombiano. Que no hay acceso de E.U. a bases brasileñas; que tampoco se prevé la presencia permanente de personal militar de este país, y que no se negoció una cláusula de inmunidad para proteger de la justicia local a militares que hayan cometido delitos. Todos elementos que sí hacen parte del convenio con Bogotá, donde se autoriza el acceso de E.U. a siete bases militares.

Además, insisten los brasileños, el país informó a sus vecinos sobre el futuro convenio e incluyó garantías a la soberanía de todos los Estados. Algo que también hizo Colombia, pero que, hoy se sabe, se manejó mal, pues los países se enteraron de las negociaciones a través de publicaciones de prensa.

Dicho eso, no hay forma de minimizar el alcance ni la trascendencia de lo que se firmará hoy en Washington. Tampoco se puede ocultar que es una bofetada para países como Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua, que no se cansan de denunciar el 'intervencionismo yanqui' en la región, y ven en este tipo de acuerdos planes de dominación. Como dice una fuente del Pentágono a EL TIEMPO, se trata de "algo enorme" que no tiene parangón en más de tres décadas. De hecho, es el primer acuerdo formal que realizan desde 1977.

Otra fuente del Departamento de Estado argumenta que era algo que E.U. venía buscando "desde hacia años" y que estrechará como nunca antes las relaciones militares.

Y solo basta con revisarlo para entender por qué. Aunque los estadounidenses advierten que se trata de un acuerdo "más pequeño" en su alcance si se lo compara con el colombiano, se trata también de un DCA (Defense Cooperation Agreement), que es similar en su espíritu y naturaleza a decenas de convenios que tiene firmados E.U. con otros países en el mundo.

'Gran paraguas'

El 'gran paraguas', como dice Brasil, busca "perfeccionar la cooperación ya existente y futura en áreas como visitas de delegaciones de alto nivel, contactos técnicos, encuentros de instituciones, intercambio de estudiantes y personal de entrenamiento, visitas de navíos y eventos deportivos y culturales". Asimismo, contemplará "iniciativas comerciales relacionadas a la defensa" y "programas y proyectos de tecnología de defensa".

Y prevé también cooperación en seguridad tecnológica, apoyo logístico, investigación y parámetros para la compraventa de arsenal militar.

Como le explica una fuente a este diario, el acuerdo no prohíbe la presencia de tropas de E.U. ni el acceso a sus bases. La diferencia está en que los brasileños tendrán que dar su visto bueno para cada una de las operaciones que se planifiquen.

Si bien en el caso de Colombia Washington ya cuenta con la autorización para acceder a bases o aterrizar cierto tipo de aeronaves, son los colombianos los que, también, tendrán la última palabra.

"Este acuerdo -dice el ex subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental Roger Noriega- es excepcional y se buscaba hace muchos años. No es la respuesta a una amenaza específica sino el establecimiento de una relación institucional".

Según Noriega, lo más importante es que demuestra que este tipo de acuerdos "son normales" y que Brasil entiende que la cooperación en defensa con E.U. es natural y beneficiosa, pues le sirve a sus intereses en seguridad.

"Yo no creo que Brasil tenga temor alguno de una reacción del presidente venezolano Hugo Chávez. El mensaje central es que cada país se reserva el derecho de establecer las relaciones que más le convienen en materia de seguridad", dice Noriega.

En el caso de Colombia, como ha dicho el gobierno, esos intereses están en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, donde la relación con E.U. es muy estrecha y data de hace más de diez años.

La mayoría de analistas consultados coinciden en que el acuerdo Brasil-E.U. le pondrá punto final al debate que se generó por el colombiano. O, al menos, hará más difícil que se capitalice en términos políticos.

SERGIO GÓMEZ MASERI
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
WASHINGTON

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